martes, 21 de abril de 2009

Capítulo 3: Crisis de fe en la discoteca

Capítulo 3: Crisis de fe en la discoteca.

En el hilo musical suenan canciones que nunca llegué a conocer. En el local el ambiente cargado, lleno de humo, vacío de algún sentimiento. Los golpes de la música resuenan dentro, muy dentro. Tengo la sensación de estar flotando por momentos, me invade el deseo de cerrar los ojos y no pensar en nada. Solo escuchar, ni ver, ni oír. Nada, vacío.

Digamos que disfruto. Por lo menos que lo parezca.

Entre tanta mirada vacía, tanto ademán de aparentar, cansado de observar como quieren ser los reyes de la manada. Vuelvo a recordar las escenas de borrachera. El amargo sabor de la hiel en sus labios. Querer dormir profundo, esperando, algo que nunca sabes si va a llegar.

También me llega una brisa de un olor suave, traída por la máquina de aire acondicionado. Desde la otra punta del bar. Son demasiadas cosas en el mismo tiempo para un corazón descontento con su ritmo.

Me aburre la falta de interés. Odio la insensatez de la gente. No me sorprende la falta de interés por conocer bien a las personas. Me revuelvo comprobando que todo es igual. No soporto el hola y adiós.

Hoy no hace sol, la mañana me cogió entrando por el portal. Las nubes vuelven, las que nunca se van.

Mirando a una pared blanca. Vacía.



Falta todo en el todo. Vosotros que lo apreciáis todo, sois los que habéis destrozado todo.

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