martes, 21 de abril de 2009

Capítulo 4: La Damisela en apuros.

Capítulo 4: La damisela en apuros

Su cuerpo flotaba lentamente, el efecto de todas las cosas, sumadas. Hace que te sientas liviano como una pluma. Sus pies hace horas que dejaron de sentir, es parte de la vestimenta habitual. Unos tacones rojos de punta. Es un día mas, como otro cualquiera. Salir a comerte la noche por una patilla. Los restos quedan al día siguiente. Ella alguna vez pensó en el hombre de su vida. En realidad todos pensamos en eso, relaciones mágicas surgidas de la nada o del todo, con una persona que no se desgasta a lo largo del tiempo. Mágico. La magia no existe, todo en este mundo es un truco. Creemos que sabemos ver, pero no tenemos ni idea de nada de lo que ocurre a nuestro alrededor.

El alba impaciente esperaba por salir por encima de los tejados de la gran ciudad. Las drogas y alcohol hacen su efecto. Esa sensación de poder, al estar embriagado. Ella estaba así, sabía que podía. Ella es una mujer corriente, no tanto como cree la gente. Siempre siendo el centro de atención en locales, siempre sabiendo que detrás de sus pasos corren miradas lujuriosas imaginando un posible encuentro con aquella musa de los locales nocturnos. Una noche mas que quemar, un día mas que despertar con un increíble dolor de cabeza. Todo se olvida, nada se guarda. Quizás ese sea el problema: observar poco, estar acostumbrado a la monotonía de la gente. Ella ya está cansada de eso, son muchos los labios desesperados que han chocado con los suyos. En un intercambio de opiniones transmitidas por besos, miradas, gestos.

Todo es aprender a observar. La noche quiere irse a dormir también. La cabeza le da vueltas, quizás se está empezando a pasar el efecto de la química en su cuerpo.

Sin previo aviso todo queda en la oscuridad. A tientas ella busca una esquina, la salida del bar, algo. Donde agarrarse, donde saber que sigue en este mundo, el mundo de siempre. La música es ensordecedora. Todo negro, ruido.

Un brazo, algo humano. Ella siente que le rodea la cintura. No es otro brazo, ella siente en el primer contacto que no es el simple brazo que quiere besarla. Un tirón hacia una parte del local que ella desconocía. Aquí es donde lo absurdo del momento comienza a tener algún sentido. Ella sigue sin poder ver nada, balbuceando suplica a su raptor que se encuentra mal y que necesita ayuda. Al otro lado del infinito de la oscuridad. Responde, una voz que transmitía sinceridad, buenas intenciones. No te preocupes, creyó oír ella.

El primer beso. Ella se deja llevar, hay demasiados factores en su contra, decide que es lo mejor. Su estado tampoco la deja libre para tomar muchas decisiones. Esos labios estaban transmitiéndole algo que nunca había sentido. Una especie de sensación maternal, de ayuda, como cuando una madre amamanta a un hijo.

No puede recordar durante cuanto tiempo estuvo así. No puede recordar la voz, ni la cara. Solo las palabras. En algún momento después del primer beso, vino un segundo. Seguido de un tercero. Y de repente, todo volvió a donde estaba siempre. Hubo un torrente de imágenes, de sentidos, de recuerdos. Como dicen que es la muerte.

“De repente abrí los ojos, ya no me encontraba mal. Se me había pasado la borrachera y me encontraba bien. Estaba sentada en un banco del bar, todas las luces estaban encendidas. La hora de cerrar. Me levanté un poco mareada pensando en lo que había pasado. Hay algo en mí que ya no es igual que antes. Siento que tengo que lo tengo que encontrar. No tengo ni idea de como es su cara, de como suena su voz. Simplemente un vago recuerdo de unos labios formales y fieles rozando con los míos. Me siento vacía.”

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